Recuerden la tarde de Venezuela, noche de España del siete de junio de 2011, es decir, la noche de ayer. Porque un salmantino que fue jugador, después entrenador, seleccionador y a la vez marqués se hacía con una hazaña. Ser el hombre con más victorias de la historia de nuestro país. La marca es de récord: 44 partidos para ganar 39, empatar uno y llegar solamente a cuatro en derrotas. En un futuro sabremos donde puede llegar esta gesta, porque tiene pinta de ser larga, muy larga.

Como seleccionador ha ganado lo que nadie ha hecho. Como entrenador lo ganó todo. Pero no se ha llevado un gran recuerdo de esos éxitos. Aún siendo el club de su vida, en el que pateó el balón durante mucho tiempo. En él conquistó la Champions en dos ocasiones, la liga en otras dos, dos supercopas de Europa y España y una intercontinental. Esta frase corrobora el mal recuerdo "En el Madrid en vez de afecto me dieron palos". Y como seleccionador quiere la Eurocopa, la tercera. La que primero ganó José Villalonga en el 64 y posteriormente reconquistó Luis Aragonés.
Un sabio, el de hortaleza, que curiosamente no ha tenido el mismo reconocimiento, ni parecido siquiera al de Don Vicente del Bosque. Cierto que ha tenido desencantos con la prensa, que no ha sido del todo amable en ocasiones como debía y que el guión en el momento exigía. Que sus maneras de sacar lo mejor de los jugadores fueron puestas a debate día sí, día también. No cae simpático en un gran sector de la prensa y eso ha hecho reducir considerablemente el reconocimiento a lo que hizo. Y lo que hizo, que no es poco, es para recordar. Cambió el estilo, la ambición, el deseo, el rumbo de una selección con miedo a la derrota, incapaz de dar un paso hacia adelante en las grandes citas. La transformó en ganadora, en temible, en arrolladora. La hizo campeona de Europa después de 44 años. Tanto Don Vicente como Luis nos han hecho ser muy felices, nos han hecho sentir ganadores cuando sólo conocíamos la derrota. El marqués listo y audaz ha sabido mantener el grupo y la herencia que dejó Luis añadiendo nuevas piezas. Luis valiente como un espartano tomó decisiones que formalizaron el principio del cambio.

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