miércoles, 1 de junio de 2011

Miami Heat a por el anillo.

Van en serio, tienen hambre y no contemplan otro resultado que no sea la consecución del anillo. Comenzó la gran final de la NBA, el mayor espectáculo de baloncesto del mundo. Miami-Dallas, Dallas-Miami, Heat contra Mavericks. The big three contra el gran alemán Nowitzki, el base más veterano de la historia de las finales (Jason Kidd) o Jet Terry, bendito sexto hombre. Desde 1998 no se disputaba una final sin Kobe Bryant, Tim Duncan o Saquille O`Neal. ¿Posible cambio de ciclo? Muy posible. Se repite la final del 2006, cierto es que poco tienen que ver los equipos cinco años después. Los Heat ganaron el anillo con Wade y Saquille O'Neal, Dallas lo perdió con Nowitzki más joven y con un importante Josh Howard. La serie comenzaba la pasada madrugada en el American Airlines Arena de Miami y no defraudó a nadie. Nowitzki presagiaba en rueda de prensa anterior al partido que Miami era el equipo que mejor defendía de la NBA y los Heat le dieron la razón al dejarles en 84 puntos. El trío de estrellas estuvo a la altura del desafío rallando a un gran nivel y llegando a los 68 puntos entre ellos. Anotando en momentos claves y ofreciendo un espectáculo a la altura de las circunstancias. La eliminatoria promete ser igualada, pero las sensaciones mostradas por Miami son muy buenas. Las dudas que surgieron a principio de temporada sobre los roles de las estrellas de los Heat parecen haberse disipado en estos playoffs. Han llegado a las finales en un momento óptimo de madurez, con los roles completamente definidos al milímetro. Habría que saber con exactitud si la transformación del equipo es por Spoelstra o si el hambre de Lebron, Wade y Bosh sumada a los secundarios hacen que el equipo juegue con la madurez necesaria como para hacerse con el anillo. El primer asalto se queda en casa. 92-84. Miami no está de comparsa, desprenden ambición a raudales y las sensaciones son muy buenas. La madrugada del jueves al viernes segundo asalto. Nadie regalará nada.


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